Son muchas las personas que tienen cierta preocupación ante la relación entre perros y niños dentro del hogar. Ya bien sea porque comparten sus vidas con una mascota y llega el momento de tener un bebé, o porque habiendo niños en casa deciden traer un cachorro o perro adulto. A menudo vemos incluso propietarios que se deshacen de sus perros ante tal decisión (medida muy drástica que no debería tomarse en infinidad de casos).
Con una correcta educación (tanto del perro como del niño), mucha normalidad y un asesoramiento adecuado podemos encontrar una perfecta harmonía en la convivencia perros-niños.

Lo primero a tener en cuenta es que un perro equilibrado no tiene ningún problema con los niños. Es más, son capaces de reconocer lo que realmente es un niño (igual que lo hacen con los cachorros).
Muchos propietarios tienen mucho miedo de que el perro pueda hacer daño al niño, modificando de forma repentina su forma de actuar con el animal, cambiando sus rutinas y forma de vida o ejerciendo demasiada autoridad por una cuestión de protección o seguridad.

En la relación perro-niño NO solo debe controlarse el comportamiento del perro. Debe existir:

-Una supervisión correcta de ambas partes (sobre todo la del niño a medida que avance su edad).
-Una clara educación del niño para que sepa relacionarse con su compañero (sin que existan molestias, incomodidad o aumento del estrés).
-Un ambiente muy normalizado en el hogar.

Es importante no aplicar castigos y correcciones en la convivencia perro-niño. Los castigos hacia el animal crean una asociación negativa ante la presencia del niño: “Cada vez que se acerca el niño me castigan, me riñen y aparecen cosas desagradables”, con lo cual pueden comenzar a aparecer gruñidos u otras señales de amenaza o incluso agresión.
Es de vital importancia que el perro tenga una asociación muy neutra hacia el niño (o incluso positiva).

Lo primero que debemos tener en cuenta es si el perro tiene algún problema de comportamiento (al margen de la presencia del niño). Si es así, deberemos intentar llevar al perro a un estado de normalidad (buscaremos la ayuda de un profesional si es necesario).
Si el estado de estrés del animal es muy alto en su día a día, es más probable que existan comportamientos no deseados (ladridos, gruñidos, agresión, etc…).
Un perro equilibrado será mucho más tolerante con los niños. En cambio un perro estresado no tiene tanta capacidad para pensar, será menos tolerante y puede ver amenazas constantemente.

Algunos problemas en la convivencia con niños vienen por no disponer de suficiente tiempo para dedicar a la mascota (necesitamos más tiempo para el bebé en estos momentos), por lo que las necesidades básicas del animal comienzan a verse reducidas (paseos, juego, estimulación, interacción, adiestramiento, etc…). El perro comienza a estar más inquieto y estresado.

Otro problema puede venir por tener un perro con demasiado apego hacia sus propietarios. Puede que el animal no lleve demasiado bien la presencia y atención al bebé o niño.

Algo en lo que debemos trabajar es en concienciar y educar al niño sobre la relación de respeto con el animal:
¿Cómo debe tratarlo?, ¿Cómo debe jugar con él?, ¿Cuánto tiempo debe interactuar con él?
Podemos planificar estrategias muy positivas donde el niño interviene en la educación del animal.

 

¿Qué debemos evitar siempre en la relación niño-perro?

-Demasiada excitación por parte del niño (deben existir actividades calmadas entre ambos)
-Achuchones o coger al perro en brazos constantemente y de forma inadecuada (estirar de las orejas o cola, golpes, etc…)
-Gritos y castigos
-Movimientos demasiado rápidos
-Dirigirse de frente al animal (enseñar al niño a dirigirse al perro de forma calmada y trazando una pequeña curva)
-Pasearlo de forma incorrecta (tirones de correa, pasear corriendo, etc…)

Puede ser muy positivo que el perro pueda permanecer tranquilo en una habitación (con el fin de que no esté constantemente con el niño). Este aspecto habría que trabajarlo de una forma gradual (muchos perros no llevan bien estar a solas, en cambio otros buscan la tranquilidad y separarse por un tiempo del niño). Podemos emplear algún juguete o gran premio para que el animal se encuentre entretenido. También podemos emplear barreras para bebes en alguna puerta para que al menos exista contacto visual.
Otra opción interesante es utilizar un transportin como lugar de relax para el perro (previo trabajo de habituación). De esta forma, el perro podrá permanecer en la misma habitación que el resto de la familia, descansando y relajado sin que exista interacción directa.

 

En resumen, la relación perro-niño debe estar basada en la normalidad, la supervisión y los niveles bajos de estrés por parte del animal.

Si necesitas asesoramiento personalizado, información más completa o quieres que te ayudemos a crear una rutinas correctas en la relación perro-niño, no dudes en ponerte en contacto con ManyDogs.

 

Publicado por: Carlos Martí – informacion@manydogs.es

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